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"Estamos entonces frente a otra estructura, otra pobreza, otra política y otra matriz de conflictos sociales. Surge de un nuevo triángulo sin base, de carácter básicamente urbano: hay unidad en la cúpula, que es el mundo formal; existen nuevas élites transgresoras, y la clase media y el pueblo trabajador y autoempleado predominan, aunque no logran formarse como colectivo. Más bien, se han fracturado y generan diversos tipos de movimientos y conflictos: luchas entre élites y Estado con las masas que están en la formalidad, de las otras dos economías, donde generalmente las élites mueven a las masas, incluso de “pueblo contra pueblo”, en la medida que, ante la neutralización del poder formal –central, regional, municipal- por los agentes de las economías delictivas, se desarrolla una dinámica violenta de ajuste de cuentas. "
"(…) Al desarrollarse las tres economías se ha consolidado y perfeccionado una cultura de transgresión que acarrea pérdida económicas e institucionales al Estado, la empresa y la sociedad civil. Es así, para afirmarlo psicológicamente, porque al perderse el sentido de la culpa, se generaliza el principio antisocial del “todo vale”, lo que conduce a la violencia, el desorden, al estafa, la corrupción y la malversación. Si uno no tiene sentido de culpa, arremete o se aprovecha de los demás. Ese es un tipo de comportamiento que rige en la economía delictiva, se extiende a la informal y penetra incluso en la formal, que va cediendo terreno. Poco a poco el país viene conviviendo con la transgresión, que es el desconocimiento o la acción contra la norma, es decir, con las bases del acuerdo de convivencia social moderna."
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